Engranajes


Los engranajes íntimos se oxidan.
Se mueren las agujas sin el alimento de la cuerda.
Tic tac, nos evaporamos en un sudor secreto.
Tic tac, muere nuestra carne diluida en tiempo.
Pero antes, un orgasmo;
y las piezas metálicas palpitan.
Y después sí,
que se vayan las horas a poblar otras cáscaras.

Puertas

Ella era un pasillo repleto de puertas. Allí transitaba soledades de la infancia, poseía un hombre oscuro clavado en el vientre.
El guardián de sus noches, harto de esa melancolía de picaportes, fue en busca del espectro. Lo hizo mientras ella dormía con las piernas enredadas en la sombra.
Sus yemas se revolcaron en el cuerpecito acurrucado junto a él con la secreta misión del asesinato. Y permaneció en vela, abrió clandestinamente puertas que chirriaban hasta escuchar la risa esperpéntica.
Al fin se encontró cara a cara con la fiera de sueño, y su monstruosidad no le pareció tal. Unos ojos negros le hablaron del horror, del encierro en esa mujer dormida. El hombre se retorcía con garras de juguete, el cazador quiso liberarlo. Unos segundos después sonó el escopetazo.