La noche sudaba putas;
criaturas rojas
que manchaban los oídos.
Insomnes las maldecían,
y estallaban sus entrañas
con una caricia blanca.
En la tertulia prostibular
pechos, cinturas y nostalgia
irradiaban versos roídos.
Las musas prorrumpían,
una a una,
en las pollas ardidas,
en las lenguas sangrantes
de poetas huidizos.
Dentro del salón,
un silencio borracho
deformaba sus besos;
y la baba del reloj
les secaba el delirio.
Los espectros de sus hímenes
supuraban sueños,
mordían manzanas
con edénico oficio.
Eran coloradas, las putas poéticas.
Y cavaban la noche
para encontrar
sus nichos.