Insecticidio

Bichos de alitas inmundas, con esos cuerpos regordetes cargados de larvas. Recuerdo cómo empezaron su invasión lenta hace algunos veranos. Primero, tímidamente, sobre los armarios de la cocina, después se instalaron en los placares; y en poco tiempo ya habían copado la nevera, el horno y hasta los rincones más disimulados de la ducha.
Sacabas del cajón un par de medias, abrías la tapa del inodoro o te hacías un té, y ahí estaban: sembrando sus gusanos por todos lados, cientos de bebecitos asquerosos que se arrastraban a sus anchas por paredes, platos y cubiertos.
Cuando los vi en el chocolate que guardaba en la caja fuerte –suizo, extrafino, con almendras enteras, ochenta y cinco por ciento cacao– estallé de ira. Fui a la ferretería, a la droguería, a la farmacia… Cargué un arsenal de veneno.
Ellos me esperaban en casa, como siempre, frotando amenazantes sus antenas. Ni bien entré, pude sentir cómo los miles de ojitos brillantes escudriñaban todos los rincones de mi ropa. Les dirigí una mirada que supieron comprender en seguida –no tenían un pelo de tontos–, así que sacudieron sus patitas y fruncieron el morro a la espera de que atacara primero; aunque yo me mantuve impasible y esperé (años de convivencia con ellos me habían enseñado lo propio de la especie: conocía su estrategia, había aprendido a moverme como uno más; podría decirse que casi tenía sus hábitos).
Esa misma noche rocié con veneno los armarios, la cama y la nevera. Coloqué trampas deliciosas a las que no podían resistirse. Lo sabía bien: en el fondo eran bichos débiles, ordinarios.
Podría haberme ido, pero me acomodé en el sillón y me serví un jugo de naranjas recién exprimido; paladeé el amargor con placer, mientras comprobaba en nuestras alitas los estertores de la muerte.

4 comentarios:

maria de provenza dijo...

Me estremeces. Siento el horror de mis primeros meses de convivencia con las cucarachas. Todo pasó. Nuestro pacto ha delimitado sus zonas de oscuridad y mis espacios de luz.

lola, sólo lola dijo...

Evolución, selección de especies, adaptación al medio, terror...

Los familiares de Gregorio Samsa, reclaman venganza o tal vez su espacio.

Me gusta, es inquietante.

malditas musas dijo...

maría, "Nuestro pacto ha delimitado sus zonas de oscuridad y mis espacios de luz" pienso en esta (tu) frase muy seguido... Es la mejor síntesis que he escuchado.

lola, me pregunto si no serán la metamorfosis de nuestros propios miedos...

Gracias.

Besos

Erik dijo...

¡Me encanta! Haces de sucesos cotidianos y simples algo complejo, creando verdaderas obras narrativas cargadas de humor. Menos mal que he descubierto tu blog.